domingo, 15 de febrero de 2015

RAZONES PARA NO VOTAR

      Hay mucha gente interesada que de manera solemne proclama que no acudir a votar es una irresponsabilidad, que cualquier tipo de sufragio representa una fiesta para la democracia y que la madurez de un Estado de Derecho se fundamenta en la participación masiva de la ciudadanía para elegir a sus representantes con sus votos en las urnas. Yo lo que creo es que todo eso es polvo de hadas, una engañifa, humo lejano de alguna reserva india de Dakota del Sur, porque la esencia de la democracia gravita sobre el respeto mutuo, sobre la plena libertad para defender las ideas y decisiones siempre que, por supuesto, se haga de una forma pacífica. Y entre ellas, por supuesto, está el esquivar el compromiso con las urnas, una decisión tan democrática, respetable y razonada como la de todos esos votantes que acuden religiosamente a cada cita con las urnas para, en mi opinión, ser engañados de forma sistemática.

      Los votantes podrán acusar a los no votantes de inacción e irresponsabilidad, nos venderán la burra vieja de que no tenemos derecho a protestar y quejarnos, como si eso les sirviera a ellos de algo y los que no votan no pagaran igual los abusivos impuestos. Los no votantes, por otra parte, podremos acusarles de la complicidad que con sus votos han generado en gobiernos desastrosos y corruptos que han llevado al país a la ruina económica y moral. El abstencionismo no es una medida antisistema tal y como en este país se entiende ese término –que tampoco estaría mal por lo que tiene de revolucionario-, es una opción inteligente dentro del marco legal para bombardear los cimientos de un sistema corrupto desde su mismo corazón, sobre todo si el nivel  de abstencionismo es tan elevado como para hacer saltar los pilares del sistema. Hay quien me invita al voto en blanco, pero eso sería entrar en el juego de un régimen que favorece los intereses personales o grupales de una clase privilegiada. Estas son algunas de las razones para no votar en las próximas elecciones:

- El voto no sirve para nada porque jamás se cumplen los programas electorales de los partidos que han ganado las elecciones, lo cual supone una estafa, un fraude electoral, y el pueblo carece de mecanismos legales útiles y pacíficos para derrocar al gobierno de turno que ha engañado a sus votantes. El ejemplo nos lo brinda el proceder del actual gobierno, que entre otras perlas nos prometía bajar los impuestos y exhibe a un ínfimo y repulsivo ministro de Hacienda que los ha subido 50 veces.



- En una democracia real debería ser el pueblo el que eligiese a sus gobernantes, no como ocurre en nuestro podrido sistema, que se limita sólo a ratificar a los representantes elegidos por las cúpulas de los partidos o sus afiliados. El sistema de elección por primarias tampoco convence porque el voto mayormente está guiado por intereses mezquinos y las presiones de las distintas federaciones; las cúpulas de los partidos pueden defenestrar al secretario general de una federación elegido en primarias alegando cualquier excusa peregrina. Partidos que cuentan, además, con una férrea disciplina de voto que les obliga a votar a ese candidato si no quieren ser dilapidados.

- La Constitución dice que “Todos los españoles son iguales ante la ley”, y eso que debería ser así, no se cumple, pues al no existir una división plena y real de los poderes, el político goza de una impunidad de la que no goza el ciudadano normal: el poder judicial está en manos de los políticos y los aforamientos son un insulto a la inteligencia y la dignidad de un pueblo que proyecta la distancia sideral existente entre los ciudadanos y su clase política. Si un ciudadano presenta una demanda contra cualquier administración y carece de recursos se tiene que acoger a un abogado del turno de oficio, mientras que esa administración cuenta con la defensa de los más prestigiosos bufetes que pagamos nosotros con nuestros impuestos, algo que resulta infamante y vergonzoso.

- Si los votantes piensan que con sus votos van a obligar al partido ganador a cumplir la voluntad de la mayoría, están muy equivocados, pues una vez que un partido obtenga la deseada victoria sólo atenderá a su insana codicia y la de los grupos de presión (bancos, grandes corporaciones y lobbys influyentes) que serán quienes, finalmente, les marquen la agenda social y económica.



- Un ciudadano tiene que cotizar durante 35 años para cobrar la totalidad de la base reguladora de la pensión a la que tenga derecho. Sin embargo, a un diputado o senador le basta con sólo 7 años de ejercicio para poder obtener la pensión máxima de jubilación, esto es posible gracias a la pensión parlamentaria que con total desfachatez, desvergüenza y descaro ellos mismos aprobaron. Los europarlamentarios españoles cobran hasta 15.000 euros al mes trabajando sólo 134 días al año. Insultante ¿verdad? Es entonces cuando me pregunto ¿qué le parece este sueldecito a los más de cinco millones de parados? ¿Y a los que con un salario de mierda no les llega para cubrir las necesidades básicas de su familia?

        La política de austeridad y sacrificio a la que ha estado y está sometida nuestra sociedad representa uno de los capítulos más negros del capitalismo salvaje. La consecuencia es una clase media calcinada, cimentándose un abismo insondable entre los trabajadores y la clase política y adinerada. Ser trabajador para ser pobre. Lo peor no es comprobar  cómo el dinero se ha convertido en una poderosa arma para subyugar y exterminar a los más débiles; lo más terrible y doloroso es comprobar cómo la derrota de las clases más humildes se ha producido sin la más mínima lucha o atisbo de rebelión por parte de los trabajadores, que han aceptado la miseria de la política de austeridad lo mismo que los borregos enfilan el camino del matadero. Decía Albert Camus: “Puede que lo que hacemos no nos traiga la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad”.




    Por todo ello yo apuesto por una democracia real, de convivencia social y humanista, verdaderamente participativa y consensuada que tenga como meta fundamental un reparto equitativo de la riqueza y en donde nadie se sienta huérfano, desprotegido o al borde de la exclusión social. Y desprecio el Estado de Partidos que genera una casta indecente y unos intereses miserables. La abstención puede dinamitar el sistema y es el único ariete que tiene el pueblo para acabar con la corrupción y el chollo repugnante en donde están instalados los políticos. Eso es revolución, y no lo que predica la nueva kasta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario