martes, 24 de marzo de 2015

LA CONDENA

   
      
      Cuando hace tres años y cuatro meses el PSOE perdió las elecciones generales debido en gran parte a su errática política económica, los dispendios, la nula visión del estado de las cosas y las absurdas ocurrencias ideológicas del presidente Rodríguez Zapatero, millones de ciudadanos albergaron la esperanza de que el partido ganador, el PP de Mariano Rajoy, sabría aplicar las recetas necesarias para salir de la devastadora crisis económica que como una apisonadora estaba triturando las economías familiares y abocando al cierre a miles de pequeñas y medianas empresas, algo que aprovecharon también las grandes corporaciones  y multinacionales para poner en práctica una nefasta política de ERES y recortes, condenando así a una obscena cantidad de trabajadores al paro e instaurando una mano de obra esclava: más horas de trabajo, recorte salarial y amenazas de despido con la guillotina a escasos milímetros del cuello.


      
     Esa esperanza se vio rápidamente frustrada cuando el gobierno del anodino, mediocre y cada vez más alucinado presidente Rajoy (el hombre de las frases hechas y las perogrulladas: ¡El gobierno siempre está al lado de las víctimas! ¡El gobierno siempre está a favor de la vida!) y su camarilla de palmeros y opositores a notario, no fueron capaces de alumbrar otra idea más brillante para salir de la bestial crisis que subir salvajemente los impuestos elaborando unas reformas estructurales que se limitaban a recortar servicios sociales y salarios hurgando así en algunos nervios muy sensibles de la sociedad; el efecto fue como si, en plena crisis, a un enfermo que padece insuficiencia respiratoria le aplicaras humo tóxico en lugar de oxígeno puro; procederieron a operar sin anestesia y a la gente le cuesta mucho olvidar el insoportable dolor. Sabido es que la marca PP no es una fábrica de ideas originales y luminosas, que su laboratorio sólo destila ya esencias de la más vieja, desvencijada, anacrónica y rancia política, pero atajar la crisis poniendo en práctica esas obtusas medidas lo podía haber hecho sin alharacas cualquier persona que rebasara  mínimamente el límite de la idiocia sin la necesidad de cargar con muchas alforjas para el viaje. ¿Dónde está el mérito y cuál es el bestial coste social y laboral que se ha tenido que pagar por ello? El incumplimiento de todos y cada uno de sus compromisos electorales es la prueba irrefutable del talante poco escrupuloso del gobierno y el jefe del ejecutivo, que ahondando con su política de austeridad en el misericidio dejado por el PSOE, comenzó a cavar su tumba política. ¡Faltaría más! Cada cual elige la cuerda con la que quiere ahorcarse.


      
      El PP ha comenzado a cavar su cripta política en Andalucía, en donde el descalabro sólo es el primer trago del amargo cáliz que les queda por beber en lo que queda de año legislativo. El contacto con la gente le permite a cualquiera conocer la escasa empatía que este partido despierta en la gente joven y los sectores obreros, su estética, ese pijerío hortera y casposo tan evidente en sus representaciones mitineras, está muy lejos de lo que demanda un partido moderno europeísta con una visión clara del futuro y mortificado por el sufrimiento humano; una juventud, no lo olvidemos, que es la mejor preparada de la historia y que no siente que las medidas adoptadas por el gobierno hayan mejorado su situación. De los negros nubarrones que se ciernen sobre el partido conservador, los máximos responsables son ellos, como expansión de los tormentos que en los últimos años vienen padeciendo las clases más desfavorecidas, y el éxodo de votantes parece irreversible como escarmiento a unos políticos aislados que están muy alejados de la realidad de la calle, de una crisis que nunca pasó por sus casas. Ahora intentarán convencerse y convencernos de que los resultados de Andalucía no son extrapolables al resto de los comicios autonómicos y generales, pero lo cierto es que con resultados irrelevantes en Andalucía y Cataluña (un censo de 12 millones de exponenciales votantes sobre una población total de 16 millones) es imposible gobernar España.


         
       A los dos viejos partidos surgidos las candentes brasas de la Transición (el PSOE estuvo 40 años inactivo) no les quedará otra opción que refundarse, sobrevivir como fuerzas muy limitadas o desaparecer. Desde luego, en el nuevo ciclo que se inicia, les será muy difícil alcanzar una mayoría absoluta para aplicar el rodillo con total impunidad. Además, a los votantes más moderados del PP siempre les quedará la opción de votar a Ciudadanos; los más conservadores, que se sienten traicionados en temas trascendentales para ellos (terrorismo, aborto) ni con la pinza en la nariz se acercarán a votar; y el voto de castigo la gaviota lo alojará en los mandiles de Podemos. El votante, aunque en menor medida que la economía, también castigará la corrupción (nos estamos acostumbrando a vivir en una sociedad de tintes sicilianos), un lastre que afecta por igual a los dos partidos. Siendo sincero, no es que la nueva inercia electoral en donde no tendrán cabida las mayorías absolutas, me llene de gozo y plenitud, el actual sistema de partidos me genera un desafecto visceral; muchos de sus pactos y componendas sólo serán un juego de trileros y todo lo miro ya desde la equidistancia de mi exigua simpatía por los partidos políticos, pero aunque sólo sea por higiene y justicia poética, tal vez ha llegado la hora de que los políticos profesionales que han hecho de la política un negocio, sufran el desprecio de unos ciudadanos que llevan muchos años con el agua al cuello mientras el gobierno daba prioridad al rescate de los bancos y nunca ejecutó el recorte más necesario, el de políticos, altos cargos y asesores. Nuestra sociedad demanda un cambio, y es probable que en esa nueva escena política los viejos partidos ya no sean actores principales, muchos de sus miembros ya no tendrán que ganarse el sueldo con el sudor de su frente jugando con la tablet en el hemiciclo. Hasta entonces, vivirán con la esperanza de que la fatídica ley de H´ondt tenga piedad de ellos. Y es que fuera de la política hace tanto frío, sobre todo si eso te obliga a ser productivo.



      
     Como titulaba el sabio Rafael Sánchez Ferlosio, “vendrán más años malos y nos harán más ciegos”, y puede que la próxima reforma laboral no contemple planes de reindustrialización, ni políticas consistentes para el sector agrario ni la creación de mejoras de  infraestructuras, repoblación y desarrollo rural, tal vez se nos ofrezca 1 día por cada siglo trabajado, un bocadillo a las 10 y un bonobus... Y todo dará igual, porque vivir en una sociedad que desprecia tanto la libertad, tan acrítica, pusilánime  y miedosa como la nuestra, es ya de por sí una insuperable condena.  

lunes, 2 de marzo de 2015

RETABLO DE HÉROES: ROBERTO SAVIANO

        
        Nápoles es una ciudad hermosa con herencia griega, romana y española, 300 años de pertenencia a la Corona de Aragón y posteriormente a la de España. Nápoles es una ciudad con mala reputación, la más poblada del sur de Italia y tiene la tasa de paro más alta del país. La herida purulenta de Nápoles se llama Scampia, un barrio degradado en cuyo núcleo se construyeron en los años setenta unos inmensos edificios (las Velas) en forma de vela pintados cada uno de un color con la idea de descongestionar otros barrios populares superpoblados. Scampia se diseñó para albergar a ochenta mil vecinos, pero llegaron a vivir más de cien mil. Hasta 1997 no se abrió la comisaría en un territorio abonado para la Camorra que enseguida cogió el timón. El periodista y escritor Roberto Saviano (1979) nació en Nápoles y estudió filosofía moderna en la Universidad Federico II de su ciudad y saltó a la fama cuando a los 26 años publicó Gomorra, ya saben ese libro que cuenta con escalofriantes detalles los negocios de la Camorra, esa “gente de respeto” que extorsiona, trafica, secuestra, tortura y asesina. Calificado por Umberto Eco como héroe nacional, tuvo que abandonar Italia cuando la prensa desveló el 14 de octubre de 2008 que el clan de los Casalesi (responsables de más de un millar de crímenes en los últimos años y que toman su nombre del lugar donde tienen su centro, Casal del Príncipe, una población de 20.000 habitantes a 40 km de Nápoles) tenía previsto asesinarle a él y a su escolta en un atentado antes de Navidad.  


          
          Saviano comenzó a interesarse por la mafia napolitana cuando tras licenciarse se introdujo en el grupo de historiadores Observatorio de la Camorra, lo que le cambió la vida para siempre, ya que tras la publicación de su novela, de la que se han vendido más de diez millones de ejemplares, y su posterior adaptación cinematográfica, el escritor vive en la sombra rodeado de escoltas. La Camorra le hizo perder a su novia, a su familia y a sus amigos a base de severas amenazas de muerte. Fue entonces cuando comenzó a odiar el libro que había destruido su mundo, obligándole a vivir como un “condenado a muerte” sin domicilio conocido. Sólo en esta pérfida obra de ingeniería de la dominación, el poder y la violencia que llamamos sociedad, puede ser posible que un virtuoso e incorruptible escritor pueda vivir enterrado en vida por sacar a la luz los trapos sucios de la mafia y todo ello sea considerado normal, el precio que un hombre audaz tiene que pagar por elevarse por encima de todos aquellos que con su miedo cultivan el miedo. Mientras, seres tan infames y corruptos como Silvio Berlusconi se pavonean ante los tribunales, las cámaras y la opinión pública mostrando el reflejo amargo de una sociedad indecente.


         
         Roberto Saviano, que actualmente tiene 35 años, tiene una habilidad sorprendente para empatizar con la gente; su hermosa y reluciente calva, su mirada limpia, su sonrisa perpetua incluso para hablar de las cuestiones más dramáticas, su olfato e inteligencia para encontrar historias y crear buena literatura, hacen que su figura desprenda un magnetismo intimidante. El poder hipnótico que irradia en las entrevistas apenas nos hace atisbar que este hombre está enterrado en vida preguntándose una y otra vez ¿qué clase de vida es esta? El novelista italiano vive en un permanente estado de frustración y no cree que haya sido muy noble destruir todo su mundo para que la verdad resplandezca, que su coraje y su ímpetu le impidieron actuar protegiéndose con la mesura debida, motivo que ahora le impide disponer de su vida, teniendo en determinadas ocasiones que recurrir a los psicofármacos para poder seguir adelante. Salvo los asesinos mafiosos y los políticos corruptos todos deberíamos ser conscientes de la noble y generosa labor de Roberto Saviano, de la importancia de unas denuncias que han puesto precio a su cabeza y le han costado la felicidad. Se ha hablado tanto de su posible muerte que a veces puede sentir su abrazo con la distancia de algo que no le concierne.


      
          Hay una leyenda que dice que a Italia llegaron tres nobles caballeros españoles y fundaron tres mafias: la Cosa Nostra siciliana bajo el auspicio de la Virgen; la´Ndrangheta de Calabria bajo la protección de San Jorge; y la Camorra de la región de Campania cuya capital es Nápoles y que está auxiliada por el Arcángel San Gabriel. El primer documento que prueba la existencia de una organización mafiosa se encuentra en el Tribunal de Toledo, con fecha de 1420. La organización se llamaba Garduña.



       
        En Italia cientos de personas mueren cada año a manos de estas organizaciones criminales. Saviano no cuenta en Gomorra (un libro escrito con una excelente prosa y especialmente fascinante por sus múltiples pinceladas costumbristas) una historia novedosa salvo porque la mafia ya no es una organización de estructura jerarquizada y en su actual modelo horizontal faenan hombres de negocio armados, pero por alguna extraña razón difícil de evaluar, su novela ha tenido un impacto brutal que ha puesto el retrato del escritor en los carteles de Wanted con la sentencia “Saviano tiene que morir”. En realidad, el escritor napolitano se ve en esta triste coyuntura no por lo que ha escrito –que era sobradamente conocido-, sino porque muchos lo leyeron, obteniendo una difusión mediática que terminó quebrando los nervios de la Camorra. No sé si existe un lugar en el planeta donde mi héroe pueda vivir en paz con un nuevo rostro y disfrutar así de su tan enorme como amarga fortuna. Después de estos últimos nueve años que han acabado consumiéndole, él confiesa ser más honesto que valiente porque la imprudencia de su exposición pública es ya irreversible y le ha empujado al exilio íntimo, la reclusión y la derrota. Tal vez nadie le pueda ayudar, pero yo deseo la mejor de las suertes para este hombre íntegro e inspirador. No hay primavera sin invierno ni vida sin muerte, y como dijo García Márquez: “la vida ya nos ha dado bastantes motivos para saber que ninguna derrota será la última”.