Nápoles es una ciudad hermosa con herencia griega, romana y
española, 300 años de pertenencia a la Corona de Aragón y posteriormente a la
de España. Nápoles es una ciudad con mala reputación, la más poblada del sur de
Italia y tiene la tasa de paro más alta del país. La herida purulenta de Nápoles
se llama Scampia, un barrio degradado en cuyo núcleo se construyeron en los
años setenta unos inmensos edificios (las Velas) en forma de vela pintados cada
uno de un color con la idea de descongestionar otros barrios populares
superpoblados. Scampia se diseñó para albergar a ochenta mil vecinos, pero
llegaron a vivir más de cien mil. Hasta 1997 no se abrió la comisaría en un
territorio abonado para la Camorra que enseguida cogió el timón. El periodista
y escritor Roberto Saviano (1979)
nació en Nápoles y estudió filosofía moderna en la Universidad Federico II de
su ciudad y saltó a la fama cuando a los 26 años publicó Gomorra, ya saben ese libro que cuenta con escalofriantes detalles
los negocios de la Camorra, esa “gente de respeto” que extorsiona, trafica,
secuestra, tortura y asesina. Calificado por Umberto Eco como héroe nacional,
tuvo que abandonar Italia cuando la prensa desveló el 14 de octubre de 2008 que
el clan de los Casalesi (responsables de más de un millar de crímenes en los
últimos años y que toman su nombre del lugar donde tienen su centro, Casal del
Príncipe, una población de 20.000 habitantes a 40 km de Nápoles) tenía previsto
asesinarle a él y a su escolta en un atentado antes de Navidad.
Saviano
comenzó a interesarse por la mafia napolitana cuando tras licenciarse se
introdujo en el grupo de historiadores Observatorio de la Camorra, lo que le
cambió la vida para siempre, ya que tras la publicación de su novela, de la que
se han vendido más de diez millones de ejemplares, y su posterior adaptación
cinematográfica, el escritor vive en la sombra rodeado de escoltas. La Camorra
le hizo perder a su novia, a su familia y a sus amigos a base de severas
amenazas de muerte. Fue entonces cuando comenzó a odiar el libro que había
destruido su mundo, obligándole a vivir como un “condenado a muerte” sin
domicilio conocido. Sólo en esta pérfida obra de ingeniería de la dominación,
el poder y la violencia que llamamos sociedad, puede ser posible que un
virtuoso e incorruptible escritor pueda vivir enterrado en vida por sacar a la
luz los trapos sucios de la mafia y todo ello sea considerado normal, el precio
que un hombre audaz tiene que pagar por elevarse por encima de todos aquellos
que con su miedo cultivan el miedo. Mientras, seres tan infames y corruptos como
Silvio Berlusconi se pavonean ante los tribunales, las cámaras y la opinión
pública mostrando el reflejo amargo de una sociedad indecente.
Roberto
Saviano, que actualmente tiene 35 años, tiene una habilidad sorprendente para
empatizar con la gente; su hermosa y reluciente calva, su mirada limpia, su
sonrisa perpetua incluso para hablar de las cuestiones más dramáticas, su
olfato e inteligencia para encontrar historias y crear buena literatura, hacen
que su figura desprenda un magnetismo intimidante. El poder hipnótico que
irradia en las entrevistas apenas nos hace atisbar que este hombre está
enterrado en vida preguntándose una y otra vez ¿qué clase de vida es esta? El
novelista italiano vive en un permanente estado de frustración y no cree que
haya sido muy noble destruir todo su mundo para que la verdad resplandezca, que
su coraje y su ímpetu le impidieron actuar protegiéndose con la mesura debida,
motivo que ahora le impide disponer de su vida, teniendo en determinadas
ocasiones que recurrir a los psicofármacos para poder seguir adelante. Salvo los
asesinos mafiosos y los políticos corruptos todos deberíamos ser conscientes de
la noble y generosa labor de Roberto Saviano, de la importancia de unas
denuncias que han puesto precio a su cabeza y le han costado la felicidad. Se ha
hablado tanto de su posible muerte que a veces puede sentir su abrazo con la
distancia de algo que no le concierne.
Hay una leyenda
que dice que a Italia llegaron tres nobles caballeros españoles y fundaron tres
mafias: la Cosa Nostra siciliana bajo el auspicio de la Virgen; la´Ndrangheta
de Calabria bajo la protección de San Jorge; y la Camorra de la región de
Campania cuya capital es Nápoles y que está auxiliada por el Arcángel San
Gabriel. El primer documento que prueba la existencia de una organización
mafiosa se encuentra en el Tribunal de Toledo, con fecha de 1420. La organización
se llamaba Garduña.
En Italia
cientos de personas mueren cada año a manos de estas organizaciones criminales.
Saviano no cuenta en Gomorra (un
libro escrito con una excelente prosa y especialmente fascinante por sus
múltiples pinceladas costumbristas) una historia novedosa salvo porque la mafia
ya no es una organización de estructura jerarquizada y en su actual modelo
horizontal faenan hombres de negocio armados, pero por alguna extraña razón difícil
de evaluar, su novela ha tenido un impacto brutal que ha puesto el retrato del
escritor en los carteles de Wanted con la sentencia “Saviano tiene que morir”.
En realidad, el escritor napolitano se ve en esta triste coyuntura no por lo
que ha escrito –que era sobradamente conocido-, sino porque muchos lo leyeron,
obteniendo una difusión mediática que terminó quebrando los nervios de la
Camorra. No sé si existe un lugar en el planeta donde mi héroe pueda vivir en
paz con un nuevo rostro y disfrutar así de su tan enorme como amarga fortuna. Después
de estos últimos nueve años que han acabado consumiéndole, él confiesa ser más
honesto que valiente porque la imprudencia de su exposición pública es ya
irreversible y le ha empujado al exilio íntimo, la reclusión y la derrota. Tal
vez nadie le pueda ayudar, pero yo deseo la mejor de las suertes para este
hombre íntegro e inspirador. No hay primavera sin invierno ni vida sin muerte,
y como dijo García Márquez: “la vida ya nos ha dado bastantes motivos para
saber que ninguna derrota será la última”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario